el deslice
de mi mano por tu cuerpo
trato de memorizarlo
al puro tacto
pero se esparce
intentos vanos de alcanzarte
como si pudiera
apenas
con la punta de mis dedos
tocarte
el deslice
de mi mano por tu cuerpo
trato de memorizarlo
al puro tacto
pero se esparce
intentos vanos de alcanzarte
como si pudiera
apenas
con la punta de mis dedos
tocarte
El fin de mi infancia
Suelo poner fecha a mis sentimientos mas intensos, quizá en un arrebato de organizarme o llegar a intentar, erróneamente, hacer de mi vida una linea de tiempo. Puedo recordar con exactitud la fecha en la que decidí que iba a morir, también recuerdo, meses mas tarde, decidir seguir viviendo y la dureza de la decisión, comprender aún entonces, que si decidía seguir iba a ser para siempre, como si fuera una apuesta en la que no pudiera dar vuelta atrás. También recuerdo el día en el que comprendí que me había enamorado de ti: recuerdo el sonido de tu voz y el rayo de sol entrando por la ventana. Recuerdo el día en el que mi chaqueta favorita se perdió y recuerdo exactamente que llevaba en mis bolsillos: dos chicles y mi pase escolar.
Creí que mi infancia se había acabado mucho antes, cuando todo dejo de ser lo que era, ahora es muy claro que no fue así, el verdadero fin de mi infancia fue como todo lo demás, claro y puntual, simplemente lo supe.
El fin de mi infancia termina el día después de dejar curriculums por el lugar donde crecí siendo niña
Ese día vi a mi primer amor en la micro
No la veía hace diez años
La miro y ya no parece una niña
Y ese recuerdo desaparece entre la masa
Todas las primeras emociones que desbordó en mí conocerla
La miro como la desconocida que ronda por el mundo con la nostalgia de llevar consigo mi primer beso
La miró y sonrío
Y ella me mira y la comprensión del momento me arrebata la calma
Hay algo en sus ojos que ya no existe y no puedo descifrar que es
La miro
Y se va
Y la dejo ir junto a mi infancia
no me gusta el unicornio azul de Silvio Rodriguez
ni el señor que me mira de reojo
me gustan las lesbianas y sus manos me parecen hot
escribo poesía barata en la micro
la 210 me lleva a todas partes
excepto a ese pecho donde el ruido de la ciudad se apaga
busco música para gatillar un sentimiento
algo que me ayude a pertenecer
que estará haciendo el océano abierto
mientras me pierdo en mi cabeza
lo que sentí
no puedo dejar de sentirlo
Decidí que desde ahora seré cuentista en vez de poeta
Aki una selección de mis peores cuentos
(no es humildad, de verdad son malos, es que es mi primer día)
Hoy el primero que se llama
"La blanquita"
Extremo de la tensión infantil, mirábamos nuestras manos y el jugueteo aumentaba la confianza. La luz era cálida, a tu pelo de niña le llegaba el sol y yo me tensaba de lo cerca que te tenía.
Nuestro secreto, solo nuestro.
Te quería regalar todos los dulces que aún no sabía que te gustaban, escucharte hablar por horas, que cuando tu mamá te hacía trencitas te tironeaba, que le tenías mala a tu mamá, que ella casi no estaba en la casa y tú eras feliz con eso, con tu vida "simple" a los trece años. Ir a la banca del patio en el recreo, nuestras manos cerca, casi casi tocándose, con la cara roja decirme que te gustaban mis ojitos, mirarnos con timidez, ir a dejarte a la sala del octavo B.
El calor y el deseo de nuestro primer beso, por ahí en diez de julio, después de que nos acosaran como tres pasteros. Yo te iba a dejar todos los días después de la escuela, vivías en una población toda cuma y eras la clarita de la familia, a mí me gustaba tu pelo clarito, se parecía al de mi muñeca favorita, para ese entonces había dejado de jugar con muñecas hace tres años recién.
Esa vez que fuimos al San Cristóbal, comimos helado y nos lo echamos en la cara, yo leía mucho libro y tu igual, así que tal como en un crepúsculo chileno adolescente pusimos un candado en el Mapocho, y tiramos la llave ahí, sellando nuestro amor junto con la mierda circulante.
Me fijaba en que te doblabas la falda más y más arriba y que te ponías las bucaneras sobre la rodilla, te empecé a imitar el estilo, para mí eras la niña más linda del mundo y quería ser igual que tú.
Fuiste el primer amor más bonito mi blanquita, lástima que después me metieran la cabeza al water y tuviéramos que terminar, quizá mi vida hubiera sido distinta, quizá la tuya igual, quizá no me hubiera reprimido y seguiríamos dándonos besitos entre ferreterías y llantas de auto.
el deslice de mi mano por tu cuerpo trato de memorizarlo al puro tacto pero se esparce intentos vanos de alcanzarte como si pudiera apenas c...